Un momento crítico para pensar en gobernabilidad y oportunidades

13 de Septiembre de 2019

 

Abner es un joven guatemalteco de alrededor de 23 años. Nació en Ciudad de Guatemala, pero de niño sus padres emigraron a Estados Unidos. A los 19 años, decidió regresar a su país y actualmente trabaja como chofer de transporte privado. Tiene una calidad de vida razonable, en Estados Unidos tuvo la oportunidad de estudiar y al regresar a su país ha podido participar de la economía digital. Tiene un teléfono digital y se compró un automóvil que le permiten tener un sustento económico razonable. Sin embargo, se siente poco optimista, le agobia la corrupción, se siente afligido por la inseguridad ciudadana y señala descontento con la política de su país. En resumen, comparte el mismo sentimiento que 84 millones de latinoamericanos que han decidido no participar en procesos electorales en los últimos doce meses.

De junio 2018 and julio 2019 se han realizado elecciones presidenciales en seis países (Panamá, México, El Salvador, Guatemala, Colombia y Brasil). En total, cerca de 286 millones de latinoamericanos fueron llamados a votar al ser incluidos en los padrones electorales. De estos, cerca de 201 millones acudieron a las urnas en las elecciones de primera vuelta. Es decir, uno de cada tres votantes por diversos motivos, tuvieron la oportunidad de participar en elecciones democráticas, pero decidieron no hacerlo.

Hoy es el Día Internacional de la Democracia. Aunque la democracia es claramente más que elecciones, la reflexión anterior es un recordatorio sobre los desafíos y oportunidades que tenemos en la región donde una proporción significativa de la ciudadanía pareciera ha dejado de ver a la democracia como el medio para mejorar su calidad de vida. Sin embargo, cuando los ciudadanos votan en elecciones, lo hacen con la expectativa que su candidato/a ganador mejorará algún aspecto de su calidad de vida. Cuando la gente demanda servicios públicos y procesos administrativos lo hacen en la expectativa que el sector público puede apoyarles en mejorar sus condiciones de vida, pero se hacen necesarias profundas transformaciones de las instituciones públicas para responder a estas demandas. Cuando la gente se siente insegura y amenazada, es el sector público el que tiene la responsabilidad central de proveer oportunidades y medios para la resolución pacífica de conflictos y la provisión de seguridad y protección. 

Esta tendencia histórica de poca participación democrática electoral ha derivado en una percepción de ausencia de progreso y una carencia de oportunidades. Si consideramos que la desigualdad de acceso y oportunidades, así como el funcionamiento de la democracia representan los principales desafíos de la región ¿cómo configuramos un contrato social que permita garantizar la convivencia, construir la confianza y promover una participación significativa de todos los actores de la sociedad?

Estamos en un momento crítico para repensar la forma que miramos y entendemos la gobernabilidad democrática. Siempre la debemos entender en sus principios, los cuales debemos defender, pero también debemos ver a la gobernabilidad como generación de oportunidades. No podemos resolver los desafíos nuevos de la democracia, con el mismo pensamiento que usamos cuando éstas se establecieron. Hoy en día tenemos más información, pero no necesariamente mayor conocimiento. La gente esté mas conectada digitalmente, pero no necesariamente mas cercana o tolerante a diferencias.

Los avances tecnológicos y de acceso a la información nos plantean el reto de repensar los desafíos del desarrollo de la región en tres dimensiones: productividad, equidad y resiliencia sobre la base de una gobernabilidad efectiva. Pero ¿qué significa esta gobernabilidad efectiva para un ciudadano como Abner en Guatemala? Significa pensar y apoyar procesos de gobernabilidad democrática que permitan la (i) generación de oportunidades de desarrollo socioeconómico y de participación significativa; (ii) oportunidad de transformaciones institucionales y mayor eficiencia en la respuesta a las demandas ciudadanas; y (iii) mejores oportunidades de coexistencia pacífica y seguridad ciudadana.

Con oportunidades las personas pueden forjar su propio destino y colaborar con otros. No se trata de crear objetos pasivos o beneficiarios de programas de desarrollo, sino de sujetos de desarrollo. Como lo recuerda Amartya Sen, la democracia debe ser vista como creando un set de oportunidades y el uso de éstas se refiere a la práctica de la democracia y los derechos políticos. Al final de cuentas “la democracia no sirve de remedio automático para las enfermedades como la quinina funciona para curar la malaria. La oportunidad que abre tiene que ser positivamente aprovechada para alcanzar el efecto deseado”.