Lo que viene

28 de Octubre de 2020

 

La perturbación económica y social causada por la COVID-19 está empeorando. Las enormes pérdidas de puestos de trabajo, las quiebras, la reducción del PIB, el fracaso generalizado de las pequeñas empresas, los cambios fundamentales en el comportamiento público y de los consumidores se harán más evidentes a medida que se prolongue la pandemia.

Ya no podemos seguir rigiéndonos por las antiguas reglas, además de que quedan opciones difíciles por delante, pero también oportunidades. Debemos comprometernos a lograr una recuperación que sea a la vez equitativa y ecológica. Debemos trabajar para reformar los subsidios a los combustibles fósiles, ayudar a las naciones a abordar los crecientes problemas relacionados con la deuda y enfrentar de manera integral una de las desigualdades más generalizadas e insidiosas: la condición y el papel de las mujeres.

 

Subsidios a los combustibles fósiles

Entendemos que los subsidios a los combustibles fósiles pueden eliminarse sin causar daño social. Estamos analizando en cinco países la mejor manera de reformar los precios de la energía, y ofreceremos una guía para los responsables de la formulación de políticas sobre la tarificación del carbono y la reforma de los subsidios; pero no podemos dejar a nadie atrás. No se puede permitir que los más pobres y marginados sufran los rigores de la peor parte de la crisis.

 

 

Equidad e inclusión

Las mujeres han sufrido pérdidas de puestos de trabajo, un aumento de la violencia y una mayor carga de trabajo de atención no remunerado. El ingreso básico temporal, una idea que se ha generalizado rápidamente, dará a las mujeres mayor libertad, elección y poder. Estimamos que apenas el 12% de la respuesta económica total a la COVID-19 en 2020 podría proporcionar un ingreso garantizado de seis meses a 2.700 millones de personas pobres.

¿Hacia atrás o hacia delante?

La COVID-19 ha retrasado el desarrollo humano por primera vez desde que empezamos a medirlo hace 30 años. Nuestro curso actual no solo constituye un problema de desarrollo para muchos, sino que además garantiza una catástrofe climática.

En su 30 aniversario, nuestra publicación emblemática, el Informe sobre Desarrollo Humano, examinará la manera en que podemos expandir la libertad y la prosperidad humanas mientras protegemos nuestro planeta.

Empleos y medios de subsistencia

Privados de empleo, los más pobres corren riesgo real de morir de hambre. Las transferencias de efectivo pueden evitar lo peor de manera eficiente. Mediante el uso de macrodatos, inteligencia artificial y alianzas con compañías de teléfonos celulares, se puede transferir efectivo de manera instantánea. Las transferencias de efectivo empoderan, son eficaces y evitan los costos de intermediarios.

Conectividad digital

La COVID-19 está poniendo al descubierto una marcada brecha digital. Esta es una oportunidad para pensar seriamente en la conectividad en el mundo en desarrollo, para así poder llegar a las personas con necesidades subatendidas de atención sanitaria y educación a través de la telemedicina y el aprendizaje remoto, e invertir en el espíritu empresarial digital.

Desarrollo rural

El sistema alimentario actual es la causa más importante de grandes problemas de salud, es el mayor emisor de gases de efecto invernadero, al tiempo que es el mayor empleador de personas. Hay 1,1 mil millones de pequeños agricultores que necesitan ayuda para mejorar la productividad, reducir el riesgo y garantizar precios justos.

Cadenas de suministro diversificadas

La perturbación de la cadena de suministro ha perjudicado a los más vulnerables y plantea la cuestión de si los países deben crear mayor autosuficiencia y cómo hacerlo.

Necesitamos cadenas de suministro mundiales diversificadas que permitan a los países explotar sus ventajas comparativas, en combinación con los compromisos de los Gobiernos de abrir las fronteras y el comercio.

Preparación

Los países que se prepararon están capeando mejor la crisis. Con el aumento de los riesgos mundiales, los Gobiernos deben fortalecer su preparación, de modo que estén mejor preparados para enfrentar la próxima crisis. La resiliencia también requiere repensar el modo de financiar los bienes públicos de manera distinta, ya sea la salud humana o el clima.

En medio de esta crisis singular y terrible, hay oportunidades extraordinarias. El PNUD está luchando por un futuro en el que no se desperdicie un tercio de los alimentos producidos mientras una de cada diez personas padece hambre; donde no se invierta diez veces más en subsidios a los combustibles fósiles que en energía renovable; y donde más de dos mil millones de personas no vivan en condiciones de fragilidad, conflicto o violencia. Estamos trabajando impulsados por el empeño de transformar las vidas de quienes, incluso antes del coronavirus, no asistían a la escuela, estaban desempleados, carecían de conexión a internet y no tenían acceso a la red de energía eléctrica.