Resiliencia, sabiduría tradicional y datos: aprendizajes locales para la adaptación al cambio climático

5 de Diciembre de 2023

El cambio climático no es más una amenaza lejana, sino una realidad que ya está afectando a todas las regiones del mundo. Entonces ¿cómo podemos empoderar a las comunidades más vulnerables para que puedan adaptarse y prosperar frente a los crecientes riesgos e impactos climáticos, que incluyen amenazas extremas como las olas de calor, sequías, tormentas e inundaciones? 

Al conversar con un grupo de agricultoras y agricultores de Comasagua, emergieron recuerdos de las historias que sus padres y abuelos les contaban sobre cómo interpretar las señales de la naturaleza. Las migraciones de las aves, el anidamiento, las fases de la luna y otros comportamientos naturales eran indicadores confiables de los tiempos venideros. "Antes, el hombre estaba más sincronizado con la naturaleza", coincidieron. 

Pero los tiempos han cambiado, expresaron también. Las lluvias ya no siguen los patrones de antes. Las sequías se han vuelto más frecuentes y las tormentas, cuando llegan, parecen impredecibles. A pesar de estos desafíos, las y los agricultores de la región no han perdido la esperanza. Han notado los cambios, y aunque nos contaron que el concepto del cambio climático todavía les resulta algo abstracto, son muy conscientes de sus impactos.  

Estos son los sentires de algunas y algunos agricultores de la Cooperativa La Canasta Campesina, una iniciativa de agroecología y agricultura orgánica identificada por el Laboratorio de Aceleración del PNUD en El Salvador en una gira de mapeo de soluciones medioambientales de base.  

En esta Cooperativa, más de 130 personas trabajan los cultivos en diversos tipos de terrenos, como huertos, parcelas e invernaderos, todos ubicados en los cantones, caseríos y comunidades aledañas, con altitudes entre los 400 y 1200 msnm. Estas áreas se encuentran en las proximidades de la Eco-Finca, situada a solo unos 4 kilómetros del casco urbano del municipio. 

De esta manera, muchas familias locales se organizan para producir frutas, verduras, hortalizas y hierbas aromáticas, desde un enfoque orgánico que emplean para la generación de ingresos por medio de la venta de canastas de productos orgánicos, a la vez que fomentan la protección de los suelos y la promoción de la conciencia ambiental. 

Vista aérea de la Eco-finca donde opera la Cooperativa La Canasta Campesina, ubicada en Comasagua, La Libertad, El Salvador.

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Pero las historias no terminan ahí: Beatriz, por ejemplo, es una agricultora de tercera generación y una integrante activa de esta comunidad. Es también testimonio viviente del uso de datos para la adaptación. Cada día desde el 2017, registra de manera minuciosa los milímetros de precipitación con su pluviómetro, que le fue entregado por el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal. Estos registros le permiten tomar decisiones sobre qué cultivos son más adecuados para su parcela, según las condiciones climáticas. El conocimiento traspasado, su experiencia y datos hidrometeorológicos le han enseñado a sembrar Kale y Repollo, dos opciones resistentes a la humedad cuando las circunstancias lo demandan. 

Además, Doribel es otra vecina que participa en este circuito corto de producción y comercialización. Desde hace 2 años forma parte también de un comité de protección civil gracias a la invitación de la Asociación de Desarrollo Comunal del sector y contantemente recibe actualizaciones climáticas a través de canales como grupos de WhatsApp. Estas alertas, le ofrecen una visión más amplia de lo que está sucediendo en su entorno.  

Por eso, cada lunes, Doribel tiene la oportunidad de compartir la información con sus pares en la cooperativa, con lo que contribuye a la difusión de alertas en la zona, facilita las decisiones para la distribución de plántulas y aporta al plan de siembra de otros miembros de la comunidad. 

Productoras agrícolas trabajando cultivos en la Eco-finca de la Cooperativa La Canasta Campesina.

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Como Laboratorio de Aceleración, estas experiencias nos llevaron a trazar un ciclo de aprendizaje en el que pudiéramos indagar en cómo elaborar y comunicar información climática comprensible, y cómo esto, podría permitir, a las y los productores agrícolas tomar decisiones para construir un presente y futuro más resiliente y sostenible para ellas mismas y sus comunidades. 

En los últimos meses nos hemos encontrado inmersos en la emocionante tarea de poner a prueba una serie hipótesis a través de productos de información climática, diseñados con un enfoque centrado en las personas. Pero, seguramente se preguntarán, ¿qué son productos climáticos? Pues, básicamente, son aquellos que combinan tres elementos: (a) datos del clima,  
(b) conocimiento sobre cómo actuar con base en estos datos y (c) canales de comunicación.  

En otras palabras, el proceso de diseño de estos productos comienza con la investigación para identificar las variables climáticas que las y los agricultores necesitan para sus planes de siembra, desarrollo y cosecha de cultivos. Luego, nos enfocamos en cómo traducir estos datos en recomendaciones prácticas. Finalmente, investigamos los canales de entrega más efectivos para comunicar los mensajes. 

Una tarea como esta es ideal para abordarse con un enfoque basado de prototipos, para observar cómo las personas usuarias interactúan con los insumos brindados, obtener retroalimentación rápida y superar de forma ágil los desafíos para la adopción de estas herramientas. 

Como parte de este proceso de investigación y desarrollo, hemos organizado espacios participativos con las y los diligentes socios y productores de la Cooperativa. Además, hemos realizado capturas de datos en campo para explorar sus usos de la información del clima, prácticas y conocimientos de las actividades agrícolas, y por supuesto para aprender acerca de sus percepciones sobre los impactos del cambio climático.  

Pero esto no es todo, hemos implementado pruebas de hipótesis por medio de experimentos con grupos de tratamiento y control con el objetivo de descubrir, si las acciones de sus pares tienen un impacto significativo en la disposición de los y las agricultoras para adoptar medidas de adaptación frente al cambio climático.  

De la misma forma, alimentamos estos diseños de productos climáticos por medio de resultados de experimentos que han puesto a prueba hipótesis sobre cómo la forma de comunicar el contexto del cambio climático y sus efectos incide en las actitudes hacia las medidas de adaptación contempladas.  

También, se han diseñado e implementado experimentos para probar si la combinación de conocimientos tradicionales, como el comportamiento de cierta fauna y las fases lunares, junto con pronósticos y datos oficiales generados por las estaciones meteorológicas, pueden mejorar la confianza de las y los agricultores hacia los pronósticos del clima. 

Nos entusiasma utilizar estos insumos para generar aprendizajes sobre qué funciona y qué no en la adopción de datos e información climática para la adaptación, de manera que permitan sacar el mayor provecho a las capacidades e infraestructura de servicios avanzados del clima, como los que posee el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales por medio de su Observatorio General de Amenazas.  

En futuras publicaciones, compartiremos los resultados de nuestras pruebas de soluciones con miras a fortalecer la conexión entre las instancias generadoras de pronósticos climáticos y las comunidades, para empoderarles frente a los retos del cambio climático.